En 2013, cuando la oferta de la alta cocina en Bogotá aún estaba exclusivamente en manos de los restauranteros de toda la vida y se concentraba entre las calles 82 y 93, una pareja de jóvenes ya muy transitados por las exigentes cocinas de Nueva York y Lima, lanzaron una muy inusual lugar en un lugar totalmente inexplorado hasta entonces: la esquina de la Calle 54 con la Carrera 4ta, en el corazón de Chapinero Alto.
Desde un principio, la idea de Alejandro Gutiérrez y su socio Juan Manuel Ortiz, fue tener una especie de bistró o pequeño restaurante de barrio que ofreciera una cocina muy personal, elaborada con ingredientes locales sin ser como tal una propuesta de cocina colombiana. Lo que querían era divertirse sin tener que apuntarse a ninguna tendencia en concreto y más bien explorar una oferta dinámica con lo que les estaba proporcionando el territorio. Por eso, sin quererlo, fueron precursores de prácticas impensables en ese momento en un restaurante bogotano, como no tener un menú fijo o montar una brigada de servicio con jóvenes que nunca antes habían sido meseros. Recuerdo que desde sus inicios visitar Salvo Patria fue muy estimulante; se podía ver cómo sus directivos se habían “atrevido” con tantas ideas poco convencionales, como acondicionar su comedor con sillas de los pupitres de algún colegio cerrado.
Lo que sucede hoy en este maravilloso lugar es una oferta de producto en la que todo está perfectamente seleccionado con un criterio impresionante y un buen gusto indudable. Los platos, cercanos y entrañables, son tremendamente técnicos y profesionales a la vez. El café es de la más alta calidad; los combinados están correctamente elaborados; el pan, horneado en casa y acompañado con una manteca de hormiga Culona es sublime y, la lista de bebidas de Bacchus no tiene una sola etiqueta que no tenga algo especial que contar.
En cuanto a la ambientación, el comedor funciona en lo que fue el gran salón de una casa de estilo inglés, con pisos de madera y grandes ventanales que dan a un hermoso jardín. De día es brillante y refrescante, perfecto para un almuerzo informal en el trabajo o con amigos. Por la noche es romántico y acogedor y su ambiente general invita a beber y quedarse hasta el final, disfrutando de una música cuidadosamente seleccionada y de un servicio prudente y esmerado. Es una experiencia deliciosa que se cierra con un detalle que a todos les encanta: unos animalitos de plástico que se entregan a cada uno de los comensales con la cuenta.
Salvo, como lo llaman sus gerentes, está por cumplir una década de existencia y por su antigüedad y calidad constante, puedo decir sin temor a equivocarme que es sin duda un clásico en el segmento de los restaurantes modernos en Bogotá y por qué no. , en el país. ¡No te lo pierdas! Para reservas visita en Instagram @salvopatria.
Restaurante Salvo Patria
Cll 54 A # 4 – 13
Bogota Colombia
SOBRE EL AUTOR:
Como Economista y Sommelier Profesional, Michelle Morales compagina su labor de consultoría administrativa y estratégica a empresas restauranteras en Colombia con una participación activa en medios escritos donde comparte sus historias y experiencias en su principal campo de acción: la gastronomía y el estilo de vida. Adicionalmente, trabaja activamente como Consultor Sommelier para varias empresas del rubro, mientras se dedica a comunicar a través de sus redes sociales, todas sus experiencias en restaurantes, bares, hoteles y diferentes experiencias que por su trabajo y estilo de vida suele disfrutar. .